El otro día conocí a una escritora y a los diez minutos ya me informó que ella vivía de sus libros. Fue impactante. No me había pasado nunca algo así. Después busqué los títulos y descubrí que eran de novela más o menos sentimental, con unas portadas muy llamativas, siempre protagonizadas por parejas heterosexuales de belleza clásica dibujadas con trazos finos en contraste con colores estridentes. Yo no vivo de mis libros, pero sí de la escritura. Soy muy afortunado: me he dedicado desde que me licencié a los 22 años a la docencia, el periodismo, los proyectos culturales y la literatura. Tal vez haya mejorado en este medio siglo como profesor, como crítico y gestor cultural, pero no sé si lo he hecho como escritor. Porque Samuel Beckett tenía más razón que un santo: en ese campo, fracasamos siempre, ojalá que cada vez mejor.
Con esa reflexión decidimos terminar Javier Olivares yo Samuel & Beckett, la segunda novela gráfica documental que hemos hecho juntos para el sello Salamandra Graphic, que llega a librerías la próxima semana. Después de Warburg & Beach, en la que Javier se ofreció a trabajar visualmente mi mundo de librerías y bibliotecas, yo sentí que le debía un guion sobre su fascinación por el teatro en general y por la obra de Beckett en particular. De modo que leí entrevistas, biografías y ensayos y armé una estructura que cuenta la vida del escritor a partir de materiales estrictamente documentados. Esa es la parte “Samuel” del proyecto. Se va alternando con la parte “Beckett”, que sigue la lógica de la retrospectiva: Javier va interpretando gráfica y conceptualmente las obras más emblemáticas del creador irlandés, como Watt, Esperando a Godot o Fin de partida. El resultado es visualmente espectacular. Ojalá que el guion esté a la altura de las imágenes.
Entre las lecciones que Beckett nos dejó en herencia yo tal vez destacaría dos. Que un creador debe seguir su camino y ser coherente con él, hasta las últimas consecuencias, por un lado. Y, por el otro, que lo más probable es que un escritor no viva de sus libros, pues casi ninguno lo ha hecho, pero un escritor de verdad sólo puede vivir de la literatura. De ella, a través de ella. Todo lo atraviesa en su mirada y en su piel. Para bien y, sobre todo, para mal.
UN LIBRO
La naturaleza política de la selva. Escritos sobre arquitectura, ecología y derechos no-humanos, de Paulo Tavares (Caja Negra)
Otro gran ensayo sobre el mundo contemporáneo publicado por el sello argentino: en esta ocasión sobre cómo la arquitectura nos puede ayudar a entender la naturaleza, a partir sobre todo de la Amazonia como espacio tanto natural como humano. El autor fue miembro de Forensic Architecture.
UNA SERIE
El encargado (Disney+)
Me fascina Eliseo (Guillermo Francella), ese maquiavélico y perverso y no obstante simpático, a su extraña manera, conserje de un edificio de Buenos Aires, que ya ha protagonizado tres excelentes temporadas de esta comedia argentina creada por Mariano Cohn y Gaston Duprat. Habrá cuarta temporada, quizá será la última.
UNA PELÍCULA
Segundo premio, de Isaki Lacuesta
Intenso retrato de la tensa gestación del tercer disco del grupo español Los Planetas, Una semana en el motor de un autobús, en el contexto de la Granada de finales del siglo XX. El biopic, por tanto, de un disco. Es la candidata de España a los Oscar.
UN PODCAST
Unas píldoras sonoras de origen autobiográfico, muy seductoras en su sugestiva simplicidad. Obra de la gestora cultural y curadora Sònia Lòpez.
UNA WEB
La excelente exposición que actualmente le dedica la Sala Verónicas de Murcia, comisariada por Pedro Medina, me ha hecho navegar de nuevo por la web de la artista Rosell Meseguer, con sus hipnóticos proyectos sobre búnkers y ovnis.
LA FIRMA: El pasado jueves presenté Las huellas en la librería circular Libros Traperos de Murcia, un hermoso proyecto cultural y social dirigido por el poeta José Daniel Espejo (autor de dos libros importantes, Los lagos de Norteamérica y Perro fantasma, que no dejo de recomendar); aproveché para pedirle esta lista de 10 libros de poesía que “manifiestan una desconfianza radical hacia la idea de sujeto, autor y hasta individuo, y exploran los mecanismos lingüísticos de la disolución del yo y la porosidad de la identidad”. Son los siguientes: Que se coman el caos, de Kae Tempest; La documentación de los procesos, de Hernán Bravo; Archivo Dickinson, de María Negroni; 50 Estados, de Ezequiel Zaidenwerg; Dos escenas americanas, de Lydia Davis y Eliot Weinberger; Banalidades, de Brane Mozetic; Hombre y camello, de Mark Strand; El fósforo astillado, de Juan Andrés García Román; Que concierne, de Julieta Valero; y Nihiloma, de Rubén Martín.
Tras presentar Las huellas en Ciudad de México, Puebla, Alicante y Murcia, durante las próximas semanas lo haré en Santiago de Compostela (en Bandini, con Germán Sierra, el 8 de octubre) y Granada (con Andrés Neuman el 16 en La Inusual). Y el próximo fin de semana estaré en el festival Bookstock de Sevilla con tres actividades: la inauguración el viernes a las cinco de la exposición “Instrucciones para escribir el siglo 21. Jorge Carrión, Agustín Fernández Mallo y Eloy Fernández Porta”; la mesa redonda el sábado por la tarde sobre la literatura afterpop, moderada por Laura Fernández; y la primera presentación de Samuel & Beckett, con Javier Olivares, el domingo a mediodía. Toda la programación en este enlace.
En Alicante Plaza me entrevistaron sobre Las huellas (link aquí). Y en El Periódico de España se publicó este perfil. Se ha publicado, además, esta excelente reseña de la nueva edición de Warburg & Beach.
Aquí, por otro lado, están los enlaces a todas mis columnas mensuales de la revista ecuatoriana Mundo Diners, donde escribo sobre cultura digital y contemporánea. Y en este hipervínculo se accede al reportaje que ayer publiqué en Cultura/s de La Vanguardia sobre la supercomputación y el arte contemporáneo (a partir del Barcelona Supercomputing Center).
Regresaré a tu buzón de correo electrónico el domingo 15. Cuídate mucho, y buena llegada del otoño o de la primavera, según si estás en el Norte o en el Sur.