¿Cómo le explicas a alguien que comienza o que no pertenece al mundo literario que ese escritor o escritora que publica en un sello de prestigio, cuya novela ha sido el “libro de la semana” en Babelia y a quien han invitado varias veces al Hay Festival no llega a final de mes?
La precariedad de los sectores creativos es indudable. La mayoría de los artistas visuales, músicos o actrices no llegan a fin de mes o lo hacen a duras penas. Siempre me acuerdo de los ensayos de una obra de teatro que asesoré: uno de los protagonistas, un actor catalán conocido tanto por el teatro como por la televisión, se traía cada día su taper porque no le llegaba para el menú del bar. Hemos importado e impostado una idea de glamour anglosajón, vinculado con sueldos y premios que no tienen nada que ver con los de aquí. Tiene sentido que las estrellas de Hollywood se vistan de smoking para los Oscars, porque representa su estatus social, pero en los Goya la mayoría del vestuario es puro disfraz de clase. Puro delirio aspiracional.
Esa es la clave para entender por qué tanta gente quiere escribir y publicar: porque circula un imaginario de éxito y repercusión, estimulado tanto por las series y las películas (llenas de escritores millonarios) como por las redes sociales (no ponemos fotos de la librería vacía en nuestra presentación ni de la pobre liquidación anual de nuestras ventas), al que aspiran muchas personas insatisfechas con sus vidas y sus profesiones, tan poco glamurosas. Dijo Geert Lobink que las redes no han hecho tristes por diseño. Yo añadiría: e insatisfechos. Por eso las ficciones de autoayuda sobre librerías que dan la felicidad, o narrativas de escritores que se han hecho famosos en Amazon y han publicado en Planeta alimentan fantasías de transformación personal. Su primer paso es apuntarse a un taller literario.
Pero la realidad, como nos recordó Matrix, siempre es más ruda y más triste que el simulacro. La literatura tal vez sea la más vocacional de las expresiones artísticas. Para dedicarte a ella lo mejor es olvidarse de los premios y abrazar la intemperie. Varios premios Cervantes, ese premio que sólo les llega a los longevos, han confesado que iban a utilizar los 125000 euros para cancelar deudas. Crear es resistir, como nos recuerda mi amigo Pierre Marquès, y no ir a fiestas con canapés ni que te hagan entrevistas. Nada te quita la ilusión de ver tu libro impreso ni la emoción de que lo reseñen o incluso lo reconozcan. Pero no es oro todo lo que reluce y el emperador, a veces, va desnudo. Conviene recordarlo.
UN LIBRO
El mundo después de Gaza, de Pankaj Mishra
Galaxia Gutenberg
Un gran ensayo que discute la centralidad del Holocausto en la historia del siglo XX, pues desde una perspectiva no occidental el gran fenómeno fue la descolonización, y que nos enfrenta a la herida abierta de Gaza como el eje que marcará a sangre el siglo XXI.
UN PODCAST
Místicas, de Manuel Bartual y Carmen Pacheco
El mundo de los videojuegos pixelados de los años 80 cortocircuita en la intersección con el de las influencers y streamers de nuestra época en esta nueva ficción para escuchar de una de las grandes parejas creativas de este país. Espero con ganas cada episodio semanal.
UNA PELÍCULA
The apprentice. La historia de Trump, de Ali Abbasi
Un gran biopic, que se centra en los años de aprendizaje de Donald Trump junto al maquiavélico abogado Roy Cohn. Impresionantes actuaciones, impecable dirección. Muy recomendable para entender el mundo en que vivimos. Digamos: de aquellos barros y lodos, estos fangos y mierdas (con perdón).
UNA SERIE
The Agency
La locura, literal, del trabajo del espía. También me ha gustado el sutil sentido del humor. Más que una serie, parece una larga película de espionaje fragmentada (y atravesada por el espíritu de David Fincher).
UNA WEB
El mapa de las antípodas: dile tu ubicación exacta y te dirá qué encontrarías si excavaras un túnel bajo tus pies y te fueras en línea recta al otro extremo exacto del mundo (y con unos versos, porque el situacionismo no es nada sin poesía).
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Por José María Micó, cuya histórica traducción de Jerusalén liberada (Acantilado), de Torquato Tasso, ya se encuentra en librerías:
El desenlace del combate entre Tancredo y Clorinda —deberíamos decir combattimento, para evocar la inolvidable composición musical de Monteverdi— es el ápice trágico de la Jerusalén liberada, pues Clorinda muere a manos de quien la ama y agonizando pide el bautismo a su homicida, que se convierte por un momento en el más perfecto exponente de la recomendación aristotélica: «Mejor es el caso del que actúa sin conocer, y reconoce después de actuar». Sobre el fondo histórico de la conquista cristiana de Jerusalén, Tasso nos ofrece una epopeya moral, sublime, reflexiva y melancólica en la que el heroísmo de los antiguos caballeros sirve de fastuoso decorado a «la ardua tragedia del estado humano».
La nueva edición de Librerías sigue encontrando sus ecos y sus espacios. La presentación del martes pasado en la Troa Zubieta de San Sebastián tuvo a un lector de lujo: el librero Ignacio Latierro, de la desaparecida Lagun, que siempre estará en las páginas de mi libro (y en unos fotogramas de la película La infiltrada, que fue rodada justo antes de que el local se tiñera de rosa en su nueva encarnación comercial). Las de Madrid del mes pasado han sido contadas en El Periódico de España por Eduardo Bravo. Y en redes se puede ver el video de Berto Romero sobre el libro.
Durante estos quince días he publicado en La Vanguardia esta columna sobre libros híbridos (centrada en la editorial Comisura y las expertas Anna Juan Cantavella y Arquitecta de libros). Y Samuel & Beckett ha sido nominado a mejor cómic nacional de 2025 por Zona Negativa.
El próximo viernes a las 19 horas presentaré el nuevo libro de Reinaldo Laddaga en Finestres de Barcelona. Un brillante ensayo sobre Andy Warhol: El coleccionista de cabezas.
Gracias por la atención, la lectura. Si te gusta “Solaris”, recomiéndalo compartiendo este link. Y mucha suerte, la estamos necesitando.
Un abrazo y hasta dentro de dos domingos,