Hacía mucho tiempo que no sentía al recibir un libro lo que sentí el otro día. Mis ejemplares de Las huellas. Ese imponente volumen de 700 páginas, tapa dura, que llegará en septiembre a librerías. Me recorrió un escalofrío al ver convertido en un único libro la suma de cuatro. Al tener en mis manos la novela que resulta de Los muertos, Los huérfanos, Los turistas y Los difuntos. En ese momento, no sé, me atravesó una carga de emoción, un poco de vértigo, una pizca de orgullo, mucho agradecimiento a mi editor y, sobre todo, un tsunami de recuerdos contradictorios.
Supongo que Las huellas es el proyecto clave en mi vida de escritor. Con La brújula llegaron las presentaciones, los festivales, las reseñas: los lectores; y con Librerías, las traducciones. Entre mis primeras crónicas y ese ensayo letraherido escribí las novelas sobre Mario Alvares y sobre George Carrington y sobre quienes se cruzaron en sus caminos vitales y artísticos. Y no sólo me enfrenté a un proyecto narrativo muy ambicioso. También me enfrenté por primera vez, en serio, a los sinsabores del mundo editorial.
En 2008, durante un viaje por Oriente Medio, se me ocurrió el concepto y la historia de Los muertos. Yo trabajaba entonces en una escuela privada como profesor de literatura. Decidí pedir un año de excedencia (obviamente, sin sueldo) para dedicarlo a la escritura. No sólo conseguí terminar la novela en 2009, sino que además firmé un contrato con Random House Mondadori y no volví a la secundaria. El libro se publicó en 2010. Para entonces ya había empezado a escribir Los huérfanos y sabía que se trataría de unas serie. También lo sabía mi editora. De modo que en julio de 2011, hace exactamente trece años, se me cayó el mundo encima cuando ella me citó en una cafetería, y no como siempre en su despacho, para decirme que las ventas de Los muertos no habían cubierto el generoso adelanto y que no podrían seguir publicándome. Me dedicó ocho minutos. Y me dejó colgado. Nadie querría publicar una novela que ya había sido anunciada como parte de una serie en otra editorial. Caminé durante más de una hora: de pronto aparecí en la plaza España sin recordar cómo había llegado hasta allí.
Pero aquel mismo día me puse a escribir Los turistas. Más convencido que antes. La terminé al año siguiente y estuve más de un año buscando editorial para la tetralogía. Juan Goytisolo, que había leído y reseñado Los muertos en Babelia, me recomendó Galaxia Gutenberg, que desde 2010 era un pequeño sello independiente, dirigido por Joan Tarrida. Tardó un año en leer el original, en responderme. Al final decidió apostar por mí; pero le pareció demasiado atrevido publicar una novela en cuatro partes, de 700 páginas. Yo decidí confiar en su experiencia. Presentamos, felizmente, la nueva edición de Los muertos, junto con Los huérfanos, en la librería Calders el 7 de septiembre de 2014. Aquel día celebramos mucho más que mi cumpleaños. Los turistas llegó a librerías unos meses más tarde. Y la nouvelle Los difuntos fue publicada por Aristas Martínez, con ilustraciones de Celsius Pictor, con un spin-off o un epílogo.
Los libros, por lo general, sólo tienen una oportunidad. Lo más probable era que las cuatro ficciones nunca hubieran acabado reunidas en un único volumen. Es casi un milagro que se haya publicado Las huellas.
Al releerlo, diez años después, me he dado cuenta de que los pasos de mis personajes se superponen a los míos. Sus viajes y sus ideas son un reflejo, más o menos distorsionado. No sólo viven el fin de un modo de viajar, por los atentados del 11-S; el boom de las series de televisión y de la cultura transmedia; el auge de la ultraderecha como respuesta a las políticas de la memoria histórica; o cómo nos relacionamos con los no humanos (a través de los personajes de ficción). Hay un sentido, intuyo, todavía más profundo en la tetralogía. Un sentido que va más allá de mis propias huellas o las de mis personajes. Supongo que tiene que ver con los rastros colectivos que dejamos como cultura: estratos e itinerarios de creación artística y amistades y viajes y amores y familias y políticas y guerras y utopías que el tiempo convierte en distópicas.
En comparación con todas esas huellas, las de la historia editorial del proyecto no tienen ninguna importancia. Pero pueden ilustrar cómo, trabajosamente, circulan los libros en su búsqueda de lectores, en su supervivencia. No soy nadie, nuestros esfuerzos son en verdad ridículos, pero recibir esa caja con ejemplares de Las huellas me ha hecho, en fin, muy feliz, aunque también me ha hecho recordar ciertas tristezas.
UN LIBRO
La montaña mágica, de Thomas Mann
Lo leí en 2003, mientras viajaba por Argentina, y me impresionó por el poder de sus ideas y por la construcción de un espacio psicológico de una enorme intensidad. Está muy presente en la trama de Los huérfanos. Nos sigue ayudando a entender nuestro mundo en guerra.
UNA PELÍCULA
Blade runner, de Ridley Scott
Los muertos es, entre otras muchas cosas, un debate entre Blade Runner y Los Soprano, entre el cine y las series, entre el siglo XX y el siglo XXI. La relación entre los humanos y los replicantes nos ayuda a pensar en nuestra convivencia cotidiana con no humanos: mascotas, plantas, algoritmos (y personajes de ficción).
UN PÓDCAST
Cadena Ser
Antonio Martínez Asensio escribe y presenta el gran pódcast sobre literatura en español. Un equilibrio perfecto de paráfrasis, contexto, comentario y pasajes leídos. Aquí se puede escuchar el episodio dedicado a Desgracia, de Coetzee (cuyo uso del estilo indirecto libre fue un modelo para Los turistas).
UNA SERIE
Lost, de J.J. Abrams y Damon Lindelof
Entre 2004 y 2010 tuvo lugar el gran fenómeno serial del nuestra época: la emisión semanal de Perdidos. El caos de su narrativa se refleja en el hecho de que cada una de sus seis temporadas tiene un número distinto de episodios (¿Será el último enigma?: 25, 24, 23, 14, 17 y 18). Alvares y Carrington recuerdan a Abrams (ese mago) y Lindelof (quien firmó después dos obras maestras: The Leftovers y Watchmen).
UNA WEB
Todas las imágenes de portada de la tetralogía son del pintor catalán Xevi Vilaró, que ha creado un mundo propio entre el preciosismo extremo, la ironía inesperada y el mundo cyberpunk y el retrofuturismo.
LA FIRMA: La crítica de arte y comisaria de exposiciones Marisol Salanova, cuyo último libro es Inteligencia artística (Plataforma), recomienda diez títulos sobre cultura pop para leer en verano: The Blues Brothers [Granujas a todo ritmo], de Daniel de Visé; Humanoscopia, de Ignacio del Val; Un Van Gogh en el Salón, de Clara González Freyre; Diversidad y arte latinoamericano, de Andrea Giunta; Infoxicación, de Margot Rot; Melancolía: la estética del alma, de Rafael López Borrego; La muerte del artista, de William Deresiewicz; Te gusta el arte aunque no lo sepas, de Sara Rubayo; Cultura ingobernable, de Jazmín Beirak; y Medianenas & milhombres, de Eloy Fernández Porta.
El día 7 de septiembre a las 12 horas, Laura Fernández, Joan Tarrida y yo presentaremos Las huellas en la librería Fahrenheit 451 de Barcelona (Calle de la Ribera 8, enfrente del Centre Cultural del Born). Como es mi cumpleaños, después habrá aperitivo. Ojalá puedas estar, en cuerpo o en alma (si me acuerdo, lo retransmitiré en mi cuenta de Instagram: @jorgecarrion21).
Antes serán las presentaciones de Las huellas en México. Aprovechando la invitación a participar en el festival de la UNAM, el día 21 de agosto estaré en Querétaro, el miércoles 28 presentaré con Bef en la librería Rosario Castellanos de DF y el lunes 26, en la librería Profética de Puebla. Mi agenda incluye también conferencias y mesas redondas. Iré informando en mi cuenta de X (@jorgecarrion21).
También Marilena (de Chiara) compartirá ideas y lecturas durante nuestro viaje mexicano. Ya está abierta la inscripción a su curso sobre Anne Carson en la librería Casa Tomada de Ciudad de México (los dos últimos sábados de agosto de 10 a 13 horas, aquí la información). Y en octubre empieza su fascinante curso de “close reading” en la librería Nollegiu de Barcelona. Link aquí.
El sábado de la semana pasada publiqué este largo ensayo sobre las últimas tendencias de la no ficción, que fue portada del suplemento Cultura/s de La Vanguardia. En el mismo diario, apareció esta columna sobre Star Wars (y lo malas que son sus series más recientes). En abierto se puede leer mi más reciente colaboración en la revista Mundo Diners: “El enemigo de la I.A”; y mi reseña de la exposición de Roni Horn y Eduardo Chillida en Menorca, que ha publicado Otra Parte Semanal.
Muchísimas gracias por la atención. Volvemos el cuarto domingo de agosto, desde la ciudad de Juan Villoro y Elena Poniatowska. Parece mentira que este año no sólo sea el décimo aniversario de mi llegada al catálogo de Galaxia Gutenberg, sino también se cumpla un cuarto de siglo de mi primer viaje a México. Madre mía.
Buenas lecturas y un poco de descanso: