Cesare Pavese nos recordó que el trabajo cansa. Yo he descubierto en el último año que el trabajo en la tele cansa más. Lo pensé la semana pasada, durante nuestras vacaciones familiares en Lanzarote, en las que al fin pude descansar. El viaje de Navidad tuvimos que cancelarlo por los virus. Y durante las vacaciones del año pasado tuve que dedicar tiempo diario a la edición de Booklovers. El cansancio por ese proyecto, por tanto, se sumó al de mi vida laboral como profesor y director del Máster en Creación Literaria durante el primer trimestre, y al bonus track inesperado que ha supuesto colaborar en Ovejas eléctricas: un desplazamiento semanal a Bilbao durante cinco semanas. Lanzarote, ese paraíso natural y cultural, ha sido puro descanso. Y una oportunidad para reflexionar sobre mi inesperada y doble experiencia televisiva.
Booklovers es un proyecto de plataforma, rodado en librerías, bibliotecas y calles de cinco ciudades en cuatro países, con un equipo pequeño, en una frecuencia artesanal. Me ayudó a entender un fenómeno que yo había seguido durante mucho tiempo, pues hace dieciséis años que empecé a escribir crítica de series y trece, que publiqué Teleshakespeare. Fue fascinante pasar de la lectura a la escritura, de la teoría a la práctica. Y aprender a escribir y hablar según la retórica de la pantalla.
Ovejas eléctricas, que se se estrena el próximo martes, a las 23 horas, en La 2 de Televisión Española, y se emitirá semanalmente durante diez semanas (aquí se podrá ver a la carta), es otra historia. Una historia que yo no conocía, porque casi no veo televisión y solamente había estado en platós como entrevistado. El primer día que me senté en el sofá junto a Berto Romero, Blanca (la productora) me recordó precisamente que era un colaborador habitual, que debía actuar, que el presentador no me estaba entrevistando.
Primero, ensayas; después, actúas. Rodeado de cámaras y focos y técnicos, observado por decenas de personas, la tensión entre el guion que has estudiado y el discurso que estás parcialmente improvisando, a partir de las intervenciones de Berto, teniendo en cuenta las imágenes que se proyectan, te sumerge durante unos minutos en un espacio muy raro. En mi recuerdo, cada una de mis diez intervenciones en la sección El Diletante, sobre figuras, géneros o temas muy concretos dentro del universo de un tema narrativo, es una nebulosa. Durante las próximas semanas iré viendo cómo quedaron, después de la edición, esa magia, ese montaje.
Lo que sí sé es que Berto es un tremendo profesional, que nos daba a Isabel Vázquez, Isabel Cadenas Cañón, Antonio Martínez Asensio, Marta Jiménez Serrano (atención a los links que inserto en cada uno de sus nombres), y a mí mismo, no sólo una sonrisa cómplice y las preguntas y los chistes que impulsan el programa, sino también una especie de calma zen. Era el centro de todo y, sin embargo, su perfil era curiosamente bajo. Supongo que es un requisito para crecer exponencialmente como él ha hecho en el mundo del audio, la tele, los teatros, el entretenimiento.
No veo casi televisión, pero sí conozco los principales programas culturales que se han hecho en España y Europa durante el último medio siglo, por interés personal y por mis clases de periodismo cultural. Intuyo que esta propuesta del guionista, creador, showrunner José Pérez Ledo puede ser histórica, como lo ha sido su Órbita Laika. La narrativa es todavía más sexy que la ciencia. Todo el mundo ve series y películas. Joseph Campbell es un pequeño superventas. Somos muchos los lectores. Y los telespectadores, en vivo o bajo demanda, que queremos que la televisión pública penetre culturalmente en el mayor número de conciencias posible.
Más que glamour o proyección, la tele es sobre todo trabajo. Y cansa. Mucho. Pero si el trabajo está bien hecho, con un gran equipo, también (re)compensa. Yo diría que Ovejas eléctricas va a ser recompensado. Ojalá sea así. Mientras tanto, seguiremos imaginando, disfrutando, trabajando. Al fin y al cabo, la edición de Trabajar cansa de Visor incluye el Oficio de poeta y A propósito de algunos poemas no escritos todavía.
UN LIBRO
Medianeras & milhombres, de Eloy Fernández Porta
Anagrama.
Un nuevo libro de ensayo mutante de Eloy: al tiempo que desmenuza el machismo contemporáneo, habla del deseo virtualizado o diserta sobre el postpunk, la prosa se vuelve sátira, poesía, ficción, reflexión teórica, cuadro de costumbres, chiste, reseña: siempre literatura.
UNA PELÍCULA
Scoop (La gran exclusiva), de Philip Martin
En Netflix
Peter Moffat reconstruye, en su guion, la historia de la entrevista exclusiva que el príncipe Andrew dio a la BBC cuando fue detenido su amigo Jeffrey Epstein. Un buen ejercicio de estilo. Y de fe en el periodismo.
UN PÓDCAST
Su atención, por favor
El Cañonazo Transmedia
Entrevistas a fondo sobre la economía de la atención, la circulación de los contenidos, los entornos digitales, con protagonistas como Elena Neira, Martín Caparrós, María Jesús Espinosa de los Monteros o Daniel Innerarity, conducido por Roger Casas-Alatriste, que ha expandido el proyecto con este libro y este ciclo.
UNA SERIE
Studio 60 on the Sunset Strip
Mi serie favorita sobre el mundo de la televisión. Cómo se escribe y se ensaya un programa cómico. Cómo siempre se cuela en él, de un modo u otro, lo autobiográfico. He pensado mucho en ella durante estos meses. Sólo tuvo una temporada.
UNA WEB
Siguiendo la estela de Vladan Joler y Kate Crawford, el nuevo proyecto de Taller Estampa es un brillante mapa de todos los elementos (desde el agua y los cables submarinos hasta la gente que etiqueta o la supercomputación) que componen la maquinaria compleja de la IA generativa en 2024.
LA FIRMA: La escritora Alba Muñoz, que ha publicado en Alfaguara su primer (y valiente y arriesgado) libro, Polilla, recomienda diez títulos también autobiográficos: 1. Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg (vuelvo a este libro siempre; la sencillez y la profundidad con la que Natalia Ginzburg retrata la vida cotidiana nunca dejará de asombrarme; es de una naturalidad prodigiosa); 2. Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente (me inspiró mucho en la escritura de algunos pasajes de mi libro: no es fácil abordar de forma honesta y literaria una relación compleja con tu progenitor desaparecido); 3. Matar el nervio, de Anna Pazos (es mi amiga íntima y también una de las mentes más prodigiosas que conozco; su primer libro y el mío se publican con un año de diferencia, pero muchos hilos invisibles se entrelazan entre sus páginas); 4. Solo quedamos nosotros, de Jaime Rodríguez (fue agua fresca para mí: su estilo, la originalidad con la que cuenta sus dilemas íntimos masculinos, su crónica de la pandemia me dejaron marca; un libro pequeño pero inolvidable); 5. Maniobras de evasión, de Pedro Mairal (al parecer, Leila Guerriero fue la editora que presionó a Mairal para que saliera de su bloqueo escribiendo sobre la propia escritura: el resultado es maravilloso); 6. Un trabajo para toda la vida, de Rachel Cusk (su mente privilegiada, la precisión con la que describe las emociones y la valentía de sus ideas se trasladan por completo a este complejo e hiriente relato sobre su propia maternidad: sobresaliente, como siempre); 7. La maleta, de Serguéi Dovlátov (me da envidia la gente que no sabe quién es Serguéi Dovlátov y aún está por descubrirlo: el escritor ruso que se exilió a Estados Unidos con una maleta utiliza este objeto para contar su país con gran humor, libertad e inteligencia); 8. Huaco retrato, de Gabriela Wiener (hace mucho que la sigo, sus crónicas, su forma de llevar a los límites la no ficción: para mí, Huaco Retrato es una obra en la que desembocan varios de los grandes ríos que atraviesan a esta autora, en él cuenta el nudo de sus orígenes con una mirada rebelde, lúdica y lúcida); 9. El que hem menjat, de Josep Pla (lo adoré desde que leí El quadern gris, y la pasada primavera, durante mi estancia en la residencia literaria Finestres, disfruté leyendo sus textos sobre platos mediterráneos, es decir, sobre nuestra cultura); 10. La llamada, de Leila Guerriero (apenas he leído unas páginas, pero presiento que va a ser todo un acontecimiento para mí: Leila defiende la no ficción como nadie, la fortalece desde la raíz para que siga viviendo sin que nadie se atreva a cortarla).
Sagar y yo estamos muy contentos por el Premi de la Crítica Serra D’Or que ha recibido nuestro cómic El Museu (El Museo), publicado por Norma y el MNAC. Es sin duda la novela gráfica más ambiciosa en la que me he embarcado. Y la razón, sospecho, por la que se me ocurrió el Museo del Siglo XXI de Membrana.
“Gemelos digitales”, mi nuevo pódcast, se estrenó la semana pasada y entró enseguida en la lista de los 200 pódcasts más escuchados de Spotify España. Ahora está en la posición 147 (y entre los 80 más escuchados de Chile). Intuyo que pronto empezaré a escribir la segunda temporada. Ojalá que te haya interesado o te interese en el futuro.
El 10 de abril daré esta curiosa conferencia en Braga y presentaré la edición portuguesa de Librerías y Contra Amazon en la librería Centésima página. Y el 12 de abril presentaré en Casa Seat las primeras novelas de Montse Bizarro y Mariantuá Correa, exalumnas del Máster en Creación Literaria UPF-BSM. Como ya dije en la anterior entrega de Solaris, será un día muy especial, porque acabará el ciclo “Cafés literarios” que he coordinado durante tres años y ha dado lugar a esta serie de videos memorables.
Y del 18 al 20 de abril estaré en Bogotá. Tengo varios actos tanto en el espacio de la Filbo como en las librerías Wilborada y Fondo de Cultura Económica Norte. Y el sábado inauguraré la nueva librería de la ciudad, Ficción, de Consuelo Gaitán.
El 23 de abril, en Barcelona, día de Sant Jordi, de 11 a 13 horas estaré en la librería La Insòlita y la editorial Trampa, con los alumnos del Máster; de 19 a 20 horas en la parada de Norma Editorial del paseo Sant Joan con Sagar; y de 20 horas en adelante, firmando libros y tomando una cerveza en el restaurante Karakala de Mathias Enard (en el barrio de Gracia).
Esta semana he publicado en La Vanguardia la columna “Explosión cuántica”. Además de varios tuits en X y posts en Instagram. Llevo más de quince años en redes sociales y sigo sin saber hasta qué punto todos esos materiales o contenidos o mensajes o lo que sean forman parte o no de mi ¿obra? ¿proyecto? ¿literatura (expandida)? Sí tengo claro, en cambio, que este boletín me representa y me estimula. Lo he adelantado al primer domingo de este mes, en vez del segundo, porque quería anunciar el estreno de Ovejas eléctricas.
Hasta el cuarto domingo de abril. Y si te interesa este boletín quincenal, por favor, compártelo y recomiéndalo, para que tenga más sentido. Para que el trabajo obtenga recompensa.