Cuando empecé a viajar sistemáticamente en 1998, comencé también a mandar crónicas por e-mail de mis viajes. “Solaris”, esta newsletter, actualiza esa vieja tradición personal, que durante un tiempo vivió en mi blog y que se atomizó durante la última década en mis redes sociales. He pensado en ello durante la semana que he pasado en Norteamérica: he recordado viajes previos por el mismo territorio, que conté a través de correos electrónicos, al tiempo que pensaba en este propio texto. Sin duda los viajes tienen más densidad, más interés, si los vives con la conciencia de que vas a narrarlos.
Un hilo une mi primer aterrizaje en Los Ángeles, en 1999, con mi regreso desde Montreal, el pasado domingo. Un hilo que recorremos todos los europeos y latinoamericanos cuando visitamos los Estados Unidos. El del reconocimiento. Recuerdo aquellas calles de California con fotogramas superpuestos. No me refiero sólo a que reconoces, literalmente, espacios que has visto en series y películas. Lo reconoces todo: la cara de ese vagabundo, las latas del supermercado, los autobuses y los coches de policía, la carta de los restaurantes y la musiquita de los puestos de helado.
Entiendo ahora que le dediqué un libro entero a ese reconocimiento. Porque tiene muchas capas y es fascinante intentar descifrarlas: la narrativa, la artística, la socio-política, la serial, la cinematográfica, la literaria. Hollywood ha conseguido crear una constelación de arquetipos y personajes tan o más influyente que la que creó Shakespeare hace cuatro siglos. Por eso titulé mi ensayo sobre las series norteamericanas Teleshakespeare. Su nueva edición, remasterizada, incluye cien nuevas páginas, ensayos sobre Juego de Tronos, Strangers Things o El cuento de la criada. Y en Canadá, desde que llegué al aeropuerto, todo me remitió a esa serie. La libertad y el refugio, frente a la dictadura religiosa de Gilead.
En Nueva York, los helicópteros me recordaron a la grandísima Succession y la exhibición de los vestidos de Mrs. Maisel en una tienda de la Quinta Avenida, que ya se está emitiendo la última temporada de esa metacomedia. Creí escapar de esa sensación de estar en el plató de una producción audiovisual continua, al fin, el último día del viaje, en la sinagoga de Leonard Cohen, en el barrio de la elite anglófona de Montreal. Pero allí descubrí que la canción más famosa de su último disco, You Want it Darker, que grabó en parte con el cantor y el coro masculino de la comunidad, aparece en la banda sonora de I may Destroy You. De una serie.
UN LIBRO
Atlas del eclipse, de Reinaldo Laddaga
Galaxia Gutenberg
Tuve la suerte de caminar con mi amigo Reinaldo por Central Park, el puerto de Nueva York o el memorial de las víctimas del 11-S: su conocimiento de la ciudad es profundo y poliédrico. Y Atlas del eclipse es uno de los mejores libros que se han escrito sobre ella. Me impactó cuando lo leí en word durante la pandemia y me ha vuelto a impactar durante estos días en la capital del siglo XX.
UNA SERIE
Succession
HBO
La más teleshakesperiana de las series actuales ha llegado a su temporada final con el mismo nivel de excelencia y dureza que nos cautivó en la primera. La millonaria y no obstante miserable familia Roy, con sede en Nueva York, nos permite entender mejor la arbitrariedad y los traumas que deciden nuestras vidas por nosotros desde las más altas esferas. Estoy escribiendo un ensayo sobre todo ello.
UNA WEB
En el hall del MoMA vi, maravillado, Unsupervised, la nueva obra del artista turco, uno de los máximos exponentes del arte digital. En su página web se pueden ver vídeos de todos sus proyectos, magnéticos, inmersivos, de gran escala, en que la inteligencia artificial generativa se pone al servicio de la hipnosis. Si vives en Barcelona, por cierto, no te pierdas la exposición Digital Impact en el Disseny Hub, que incluye una obra suya.
UN CÓMIC
Nueva York, la vida en la gran ciudad, de Will Eisner.
Norma Editorial
Un clásico absoluto y uno de los retratos más bellos que se han hecho de la metrópolis, a través de microhistorias protagonizadas por personajes entrañables. Con ternura y maestría, en blanco y negro.
UN PERFIL EN REDES SOCIALES
Abstract Sunday, de Christoph Niemann
Aunque me encanta la web del gran dibujante norteamericano (sobre todo la sección Lab), sobre todo lo sigo en su cuenta de Instagram, en la que convierte objetos e imágenes cotidianas en figuras inesperadas y encantadoras.
Fue increíble presentar las ediciones en inglés de Librerías y de Contra Amazon, publicadas por Biblioasis, en las librerías Book Culture (NYC) y Lost City Books (Washington D.C.), además de en el Festival Blue Metropolis de Montreal. Y, a mi regreso, conversar con Leila Guerriero en Finestres, la warburgiana librería de Barcelona, o dar un curso sobre GPT por Zoom con 90 personas apuntadas, desde mi casa. Muchas gracias a todos los que participaron en alguna de las actividades, si me están leyendo.
Desde el último envío de este boletín he publicado esta columna en La Vanguardia sobre libros, hoteles y playas; y estos tres ensayos en mi sección Hiperconexiones de Infobae: uno sobre la obra de Enrique Vila-Matas, a los cincuenta años de la publicación de su primer libro; otro de consejos de escritura (creo que es el mejor que he escrito sobre la creación literaria); y este tercero en forma de cronología del siglo XXI (que empezaría en 1992).
La semana pasada se publicó esta extensa y muy favorable reseña de El Museo. Y el escritor peruano J.J. Maldonado, este artículo sobre Los campos electromagnéticos. Teorías y prácticas de la escritura artificial, en la revista Caretas. Sobre el mismo libro, el pasado domingo se emitió en TV3 el nuevo capítulo de “Quan arribin el marcians”, en que el que aparezco con un pequeño robot en brazos (sic).
Gracias por tu tiempo y tu atención, tan valiosos. Y hasta el cuarto domingo de mayo, un mes que en España está siendo de tormentas y ráfagas de calor (¡Madre mía!).