Durante dos años he estado convencido de que este boletín, que escribo y comparto con mucho placer cada quince días, sería mi última red social. No entré en TikTok, Mastodon ni Threads. Pero el pasado 14 de noviembre, a las nueve de la mañana, mientras hacía tiempo antes de acompañar a la clase de mi hijo mayor al Observatorio Fabra, leí que las infamias de Elon Musk estaban provocando una nueva migración de X a Bluesky. Ya había pasado lo mismo durante la prohibición del antiguo Twitter en Brasil. Y, en fin, me abrí un perfil en la que sí podría ser la última red social de mi vida. Y lo que he vivido en estos diez días ha sido histórico.
Desde entonces, cercad de un millón de personas ha llegado cada día a Bluesky Social. La mayoría proviene de Twitter. Esa cifra sin precedentes evidencia que se trata de la primera gran migración digital de estos veinte años de nuestra historia con las redes sociales. Siguiendo con la metáfora, muchos son refugiados políticos (recibieron amenazas graves, incluso de muerte, en el Salvaje Oeste del sheriff Musk, que ha torpedeado todos los sistemas de protección, tanto de la verdad como del acoso). La mayoría somos refugiados ideológicos parciales (nos sentimos muy incómodos con el hecho de que el dueño de X sea parte del gobierno de Trump, pero no renunciamos a nuestro capital simbólico ni a nuestro hábito en la vieja Twitter, con la que nos une un vínculo tanto de datos como al cabo sentimental). También hay mucho curioso. Y paracaidista.
La mayoría somos novatos, de modo que predomina un ambiente de esperanza y descubrimiento, porque las herramientas a nuestra disposición son más interesantes y al parecer más democráticas que las de X (pero con la comodidad de que la interfaz se parece mucho a Twitter y nos hace sentir como en casa). De momento no hay demasiados trolls ni tanto odio ni porno ni publicidad. Pero ya acumulamos dos décadas de decepciones y sabemos que en algún momento irán llegando. Además, ya no hay inocencia: predomina el cálculo, la ironía, la distancia metamoderna (mezcla de deconstrucción, decepción, rechazo de grandes narrativas y cachondeo). Yo intuyo que he llegado para quedarme, al menos una buena temporada. En mi primer hilo expliqué por qué me parece un buen invento.
¿Nos vemos en Bluesky?
UN LIBRO
“En el aire conmovido…”, de Georges Didi-Huberman (Reina Sofía /CCCB)
La exposición es magnífica y el catálogo, también. Un ensayo filosófico a partir de versos, intuiciones y duende lorquianos. Y recuerdos de Atlas, ¿cómo llevar el mundo a cuestas?, con Aby Warburg también presente en la sala y en el concepto.
UNA PELÍCULA
La quimera, de Alice Rohrwacher
Una nueva demostración de la capacidad de la directora italiana para proponer un cine distinto y muy estimulante. La historia de un arqueólogo británico traumatizado que forma parte de una banda de traficantes de antigüedades es el pretexto para indagar en cómo lo paranormal forma parte de la normalidad y para encontrar planos magníficos, como el subjetivo de la cabeza de una estatua bajo el agua.
UN PÓDCAST
Sin control. El universo de Javier Milei (Anfibia / El País)
Segunda temporada de un programa que te deja estupefacto, porque registra con palabras y datos el apoyo masivo a Milei durante su primer año de gobierno.
UNA WEB
Manuel Bartual me pasó este link el sábado de la semana pasada, en plena explosión inicial de Bluesky Social. Es hipnótico ver su crecimiento en tiempo casi real (es una simulación). En diez días hemos pasado de 15 a 22 millones.
LA FIRMA:
El colectivo de artistas y programadores Taller Estampa, con quienes colaboré en Los campos electromagnéticos y que exponen en estos días en Chiquita Room de Barcelona, han preparado esta lista de obras de artistas visuales interesados también en la IA “que hacen visible su materia prima, su conjuntos de datos”: “Eye/Machine II, de Harun Farocki (esta instalación multipantalla está editada a partir de “imágenes operativas”; años antes, Farocki habia propuesto este término para describir un nuevo tipo de imagen cuyo fin es formar parte de una operación tecnológica); 12 Hours of ImageNet, de Nicolas Malevé (un video recorre ImageNet a una velocidad de 90 milisegundos por imagen, planteando preguntas sobre la relación de escala entre las abrumadoras cantidades de imágenes necesarias para entrenar modelos de IA); From ‘Apple’ to ‘Anomaly, de Trevor Paglen (la instalación se realizó a partir de aproximadamente 30.000 fotografías impresas de ImageNet, un dataset de más de 14 millones de imágenes organizadas en más de veinte mil categorías); Declassifier, de Philipp Schmitt, (la detección de las imágenes abre una ventana que muestra el conjunto de imágenes mediante las cuales el algoritmo se entrenó para reconocerlas); View from the Window, de Joanna Zylinska (contrató a gente de la plataforma MTurk de Amazon para que tomaran una fotografía de su propia ventana; el libro resultante funciona como una visualización de los precarios mercados laborales que colectan y etiquetan los conjuntos de imágenes); The Library of Missing Datasets, de Mimi Onouha (mediante este archivo físico, Onouha pone de relieve aquellos asuntos ignorados por la ideología del big data, revelando los sesgos e indiferencias del conjunto de datos global); Mosaic Virus, de Anna Ridler (una obra que funciona como un comentario acerca de la especulación tecnológica y que está basada en la construcción de un conjunto de imágenes basado en más de diez mil fotografías anotadas de tulipanes); e Inanimate Species, de Joana Moll (un mural entomológico construido a partir de un conjunto de 19.125 imágenes de insectos, junto con otras de microprocesadores; la pieza activa la correlación entre el crecimiento de la industria computacional y la aceleración de los procesos de extinción animal).
Presentación de Samuel & Beckett en Barcelona: con Marilena de Chiara, como no podía ser de otro modo (tu tesis doctoral comparó la obra de Pirandello con la de Beckett) y en la mismísima Sala Beckett del Poblenou, el próximo sábado 30 de noviembre a las 11.30 (y después, vermut). Aquí dos entrevistas que nos ha hecho y que se han publicado en los últimos días (una y dos) sobre la novela gráfica.
Antes, mañana mismo, lunes 25, en la fabulosa Biblioteca Gabriel García Márquez, Robert Juan-Cantavella y yo acompañaremos al escritor peruano Gustavo Faverón, que ha encontrado su casa española en la editorial Candaya. Aquí los detalles. Y el viernes 29 presentaré en la librería Universal Truman Capote. Regreso a Garden City, de Nadar y Xavier Bétaucourt (publicado por Astiberri).
Si eres suscriptor de La Vanguardia, aquí también tienes mi última columna sobre “Little Girl Blue”.
Si vives en Lima, la librería Sur ha hecho una bolsa de tela con una frase mía (“En una librería te puedes enamorar, en Amazon no.” y se puede conseguir comprando un par de libros.
Gracias por llegar hasta este último párrafo. Regresaré a tu buzón de correo electrónico el domingo 8 de diciembre. Buenos días y mucha suerte, la estamos necesitando. Y nos vemos, si te apetece, en Bluesky.